EL ESPÍRITU DE LA NAVIDAD
Como todos los años por estas fechas, se viene respirando
ese ambiente que se hace llamar “el espíritu de la navidad”. Cierto que ese año puede ser algo atópica, según con el cristal con que se mire. Atópico puede ser también nuestro comportamiento y nuestra forma de celebrarlo.
En tiempos lejanos donde no existía la tecnología que hoy tenemos a nuestro alcance, sí es verdad que muchos amigos y familiares no se podían ver por la distancia. Pero hoy es posible verse a través de videoconferencia.
Ciento de miles de bombillas iluminan las calles de medio
mundo. El consumo de energía es exorbitante. Pero todo sea por celebrar la
navidad, día de conciliación, de paz y generosidad en el mundo - se supone.
También la televisión nacional estará cubriendo el discurso
de S.M. el Rey de España. Obviamente, el discurso se lo ha preparado su
secretaria.
Yo hoy también daré mi pequeño discurso, si ustedes me lo
permiten. Pero será más adelante. Ahora vamos a seguir con ese espíritu
navideño. Que para muchos puede sonar a hipocresía y para otros motivo de
alegría o tal vez de tristeza y melancolía para algunos. Cierto es que en el
ambiente familiar, se van preparando los adornos y crear ese ambiente de
reconciliación.
Donde todos han sido buenos durante todo el año y puedan
recibir su merecido regalo del niño Dios.
Regalos, que según las escrituras viene a colación y en
memoria de aquellos tres Reyes que venían del lejano oriente para ofrecerle al
niño Dios: Oro, incienso y mirra. Tres regalos significativos en la vida
posterior de Jesús. El valioso oro aclama a Jesús como Rey de Reyes, el aromático
incienso aclama a Jesús como Dios, y la mirra (sustancia o perfume utilizado en
el embalsamamiento de cadáveres), de modo que reconocen a Jesús como hombre
mortal.
Muy pronto en el Cristianismo nacen nuevos Santos, hombres
que tal vez merecen el Don de poderse llamar Santos. Así debió ser Nikolaus, o
Nicolás. Un hombre amante de los niños, del que no se le pasaba un solo año
donde no se acordara de los niños más necesitados del pueblo y les llevaba
regalos, así como comida y ropa para las familias más necesitadas.
San Nocolás o Sankt Nikolaus. Que pronto el mundo de la
industria, el dinero y la publicidad, se hacen eco y lo sustituyen por el
creado por la empresa Coca- Cola el tan afanado Papa Noé o Santa Claus.
Producto de una publicidad de Coca- Cola, que ideó una figura simpática y
graciosa para los niños. Una copia de San Nicolás que siempre iba con su capa
de color rojo y sus barbas blancas.
Lo importante es mantener ese espíritu navideño, donde los
niños disfrutan y son felices. Donde se crea un mundo mágico para ellos.
Se cantan villancicos y se reúne la familia en un ambiente
de paz y armonía. Donde los hermanos son hermanos, los padres padres y los
hijos, hijos son.
Tanto antes, como ahora, ese espíritu que empaña la alegría,
endulza las penas, perdona castigos y se regala ilusión, ese es el espíritu de
la Navidad.
Poder hacer feliz a un niño, merece la pena cualquier
esfuerzo, aun sacrificando la propia historia y hacerla ficticia.
Crear personajes a su gusto y hacerles creer que en este
día, todo el mundo es Feliz. Se envían tarjetas a los amigos y se felicitan
unos a otros. Eso los niños lo perciben estos días y con ello se crea ese
ambiente tan ilustre llamado “Espíritu de la Navidad”.
En definitiva, es poder vivir unos días con la familia, los
amigos y conocidos en paz y alegría.
Muchos ablandan el corazón en estos días, se vuelven
generosos, cuidan su imagen de buenos cristianos, acercándose a la
benevolencia, sintiendo la alegría de las fiestas y haciendo sonar campanas
celestiales que acompañen a la navidad. Damos todo en un día, lo que deberíamos
dar todo el año. Pero a pesar de estos sinsabores, no deja de ser un día
mágico, especialmente para los niños y es ahí donde toma importancia para mí la
Navidad.
Este espíritu navideño del que tanto se habla en estos días,
es el espíritu que debemos sentir no el día 24 de Diciembre, ni en los días
próximos a esta fecha, sino cada día de los 365 días que tiene el año. A partir
de ahí, cada uno que lo sienta, puede sentirse cristiano. De otro modo, yo
entendería que es igual que una manada de lobos jugando a ser la oveja.
No engañemos a la Navidad que es símbolo de la Natividad, no
vaya a ser que en vez de celebrar el nacimiento de Cristo, estemos celebrando
la llegada del macho cabrío.
Abogo por el espíritu Navideño, pero para que se sienta todo
el año.