domingo, 29 de noviembre de 2020


 En estos días escucho decir que estas navidades serán diferentes, que tal vez muera el espíritu navideño, que el covid-19 ha logrado separar a las familias por el distanciamiento social y las medidas tomadas impuestas por los políticos etc.



Estos días nos lamentamos de dejar a los abuelos solos celebrando la navidad.




También de que en estas navidades tenemos que llevar el tapabocas puesto.


Pero no nos engañemos. Esto viene sucediendo desde hace años, mucho antes de que llegara el covid-19. Las nuevas tecnologías hacían su trabajo como "tapabocas", ya que no había comunicación entre nosotros; Los abuelos hace tiempo que si bien los podíamos visitar o dejar que nos visiten ellos, igualmente se sentían solos.


El covid-19 no ha matado el espíritu navideño. Lo fuimos matando nosotros poco a poco y sin darnos cuenta.



Aquellas navidades donde nos juntábamos toda la familia a conversar hace tiempo que lo dejamos atrás.






Aquellas reuniones familiares al rededor de la mesa, quedaron como un mero recuerdo y para vender las fotos en "todo colección".



No es el Covid-19 quien ha matado ese espíritu navideño del que hoy tal vez añoremos tanto. Fuimos nosotros quienes lo fuimos alejando de nuestras vidas.

Estoy seguro que, ningún niño de menor de 15 años conoce nuestras tradiciones navideñas, menos aún que es una simple zambomba, o los instrumentos musicales que hacíamos nosotros mismos para cantar el aguinaldo por las calles.








Con suerte conocerán las panderetas y porque las ven en algún escaparate de alguna tienda nostálgica.



El cantar villancicos en casa, o salir a la calle a llamar de puerta en puerta pidiendo el aguinaldo, tanto niños, como jóvenes o mayores, hasta altas horas de la noche o de madrugada.











Todo quedó en un lamentable recuerdo y nostalgia, plasmado en un lienzo para conservar la memoria histórica de nuestras tradiciones.


Hace muchos años que nos hemos olvidado de aquellos cuentos que nos contaba nuestra madre en nochebuena...


...de aquellas esperas de tarjetas de felicitaciones de familiares y amigos ausentes en estas fechas. La emoción de leer las cartas...



No importaba tanto los lujos, ni el decorado de la mesa. Lo importante era estar el día de noche buena junto a las personas que más queríamos, padres, hermanos abuelos...Aún fuera la casa más humilde del mundo, se conseguía ser felices ese día.



El espíritu navideño se empezada a sentir desde salir a comprar las cosas necesarias para la celebración



hasta ver a los niños asomarse a los escaparates de juguetes.



Sentir el espíritu navideño era sentir empatía. Ningún niño de esta generación sabe siquiera que hubo en tiempo en que la población se volcaba estos días con los guardias urbanos y los llenaban de regalos, por pura empatía.



Una tradición muy española y que en todos los municipios participaban en esta causa justa, ya que el guarda urbano era quien velaba por nuestra seguridad. 

Ojalá, no nos tengamos que ver solos, ni por navidad, ni ningún otro día. Pero el aislamiento nos lo estamos buscando nosotros mismos, no el covid-19








Cuando veamos que el teléfono móvil, la tablet o el PC no nos saludan por sí mismos. 

Recuerden estas navidades, cuando estemos en familia (ya que con amigos tal vez no pueda ser), estemos con ellos, no con el teléfono móvil.

¡ Feliz Navidad !







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LA GUARDIA CIVIL- LA BENEMÉRITA

 Nota: Este artículo no pretende hacer ningún tipo de apología política, sino simplemente aclarar algunos conceptos muchas veces confundidos...