jueves, 24 de diciembre de 2020

EL VERDADERO ESPÍRITU DE LA NAVDAD

 

EL ESPÍRITU DE LA NAVIDAD

 

Como todos los años por estas fechas, se viene respirando ese ambiente que se hace llamar “el espíritu de la navidad”. Cierto que ese año puede ser algo atópica, según con el cristal con que se mire. Atópico puede ser también nuestro comportamiento y nuestra forma de celebrarlo. 

En tiempos lejanos donde no existía la tecnología que hoy tenemos a nuestro alcance, sí es verdad que muchos amigos y familiares no se podían ver por la distancia. Pero hoy es posible verse a través de videoconferencia. 

 La navidad es una fiesta que celebramos los cristianos, aunque hay diversas razones por las que se celebra el 25 de Diciembre, menos la que debería de ser, que es la fecha en que tiene lugar el nacimiento de Jesús. De ahí su nombre “NAVIDAD” del latín “NATIVITAS” o lo que es lo mismo “NACIMIENTO” o “NATIVIDAD”. Ya que la fecha del 25 de Diciembre en el imperio romano se celebraba otra fiesta y para dar paso al cristianismo sin perjudicar sus propias fiestas al pueblo Romano, se conservó ésta. La iglesia ortodoxa sin embargo celebra la navidad el día 7 de Enero. Pero las razones son las mismas. Pero centrémonos en lo que es puramente el Espíritu de la Navidad, que es realmente lo que nos lleva a esta nota.

 Las calles se visten con sus mejores galas para esperar ese gran día de la Natividad o el nacimiento de Jesús.



Ciento de miles de bombillas iluminan las calles de medio mundo. El consumo de energía es exorbitante. Pero todo sea por celebrar la navidad, día de conciliación, de paz y generosidad en el mundo - se supone.

 Pronto todas las televisiones del mundo estarán pendientes del discurso del Papa en el balcón que da a la gran plaza de San Pedro en el Vaticano. Como es normal, el discurso no sale del Papa, sino de su escribano.


También la televisión nacional estará cubriendo el discurso de S.M. el Rey de España. Obviamente, el discurso se lo ha preparado su secretaria.


Yo hoy también daré mi pequeño discurso, si ustedes me lo permiten. Pero será más adelante. Ahora vamos a seguir con ese espíritu navideño. Que para muchos puede sonar a hipocresía y para otros motivo de alegría o tal vez de tristeza y melancolía para algunos. Cierto es que en el ambiente familiar, se van preparando los adornos y crear ese ambiente de reconciliación.


Donde todos han sido buenos durante todo el año y puedan recibir su merecido regalo del niño Dios.


Regalos, que según las escrituras viene a colación y en memoria de aquellos tres Reyes que venían del lejano oriente para ofrecerle al niño Dios: Oro, incienso y mirra. Tres regalos significativos en la vida posterior de Jesús. El valioso oro aclama a Jesús como Rey de Reyes, el aromático incienso aclama a Jesús como Dios, y la mirra (sustancia o perfume utilizado en el embalsamamiento de cadáveres), de modo que reconocen a Jesús como hombre mortal.



Muy pronto en el Cristianismo nacen nuevos Santos, hombres que tal vez merecen el Don de poderse llamar Santos. Así debió ser Nikolaus, o Nicolás. Un hombre amante de los niños, del que no se le pasaba un solo año donde no se acordara de los niños más necesitados del pueblo y les llevaba regalos, así como comida y ropa para las familias más necesitadas.





San Nocolás o Sankt Nikolaus. Que pronto el mundo de la industria, el dinero y la publicidad, se hacen eco y lo sustituyen por el creado por la empresa Coca- Cola el tan afanado Papa Noé o Santa Claus. Producto de una publicidad de Coca- Cola, que ideó una figura simpática y graciosa para los niños. Una copia de San Nicolás que siempre iba con su capa de color rojo y sus barbas blancas.


Lo importante es mantener ese espíritu navideño, donde los niños disfrutan y son felices. Donde se crea un mundo mágico para ellos.


Se cantan villancicos y se reúne la familia en un ambiente de paz y armonía. Donde los hermanos son hermanos, los padres padres y los hijos, hijos son.


Tanto antes, como ahora, ese espíritu que empaña la alegría, endulza las penas, perdona castigos y se regala ilusión, ese es el espíritu de la Navidad.



Poder hacer feliz a un niño, merece la pena cualquier esfuerzo, aun sacrificando la propia historia y hacerla ficticia.


Crear personajes a su gusto y hacerles creer que en este día, todo el mundo es Feliz. Se envían tarjetas a los amigos y se felicitan unos a otros. Eso los niños lo perciben estos días y con ello se crea ese ambiente tan ilustre llamado “Espíritu de la Navidad”.




En definitiva, es poder vivir unos días con la familia, los amigos y conocidos en paz y alegría.


Muchos ablandan el corazón en estos días, se vuelven generosos, cuidan su imagen de buenos cristianos, acercándose a la benevolencia, sintiendo la alegría de las fiestas y haciendo sonar campanas celestiales que acompañen a la navidad. Damos todo en un día, lo que deberíamos dar todo el año. Pero a pesar de estos sinsabores, no deja de ser un día mágico, especialmente para los niños y es ahí donde toma importancia para mí la Navidad.

Este espíritu navideño del que tanto se habla en estos días, es el espíritu que debemos sentir no el día 24 de Diciembre, ni en los días próximos a esta fecha, sino cada día de los 365 días que tiene el año. A partir de ahí, cada uno que lo sienta, puede sentirse cristiano. De otro modo, yo entendería que es igual que una manada de lobos jugando a ser la oveja.

No engañemos a la Navidad que es símbolo de la Natividad, no vaya a ser que en vez de celebrar el nacimiento de Cristo, estemos celebrando la llegada del macho cabrío.

 Y de eso, sabe mucho la iglesia. Es hora que elaboren un programa de concienciación.

Abogo por el espíritu Navideño, pero para que se sienta todo el año.

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 Nota: Este artículo no pretende hacer ningún tipo de apología política, sino simplemente aclarar algunos conceptos muchas veces confundidos...