Ricardo Mercado Sierra: LA MUÑECA DE SANDRA

LA MUÑECA DE SANDRA

Alfredo y Renata se conocían desde su más tierna edad. Crecieron juntos en el mismo barrio, juntos iban al colegio especial para niños con síndrome de Down.

Estudiaron en el mismo instituto, y es ahí donde se fijaron el uno al otro como pareja. Nace el amor entre ambos. Juntos salían a pasear, al cine y a bailar. Eran inseparables.

Una tarde Alfredo le propone matrimonio, y Renata sin pensarlo dos veces, aceptó. Pues el amor había crecido desde muy pequeños entre ellos.

Pese a que fueron objeto de miradas extrañas, de esta sociedad a veces tan injusta, a ellos se les veía enormemente feliz, sin preocuparse de las miradas de los demás. Algunos podían hasta pasar envidia, pues eran un ejemplo a seguir para muchos otros.

No fue fácil y al principio todo eran trabas, excusas y pretextos. Pero finalmente se llevó todos los trámites para sellar el compromiso y poder celebrar la boda. Muchos curiosos se acercaron a la puerta de la iglesia, otros aplaudían su decisión y festejaban su felicidad. Alfredo le brillaba los ojos al levantar el velo que lucía Renata en su traje nupcial. A Renata le resbalaba una lágrima por su mejilla, era un sueño cumplido.

Lucieron hermosos y elegantes, no solo por sus trajes, también por su sonrisa y el palpitar de sus corazones.

No tardaron mucho en pensar traer al mundo un hijo o una hija. Pero primero Renata tenía que aprobar las oposiciones para trabajar como docente en un colegio especial, sus estudios de magisterio fueron ejemplares y tenía muchas probabilidades de poder aprobar las oposiciones aquel año. Alfredo trabajaba en un taller como especialista en electrónica.

La pequeña Sandra llegó al mundo sin problemas. Un parto normal. Fue creciendo como una niña feliz junto a sus padres.

Llegó la Navidad, era el año 2020, un año lleno de penumbras, de pesadumbre y fatídico por la pandemia universal que sufría el planeta. No obstante, ellos intentaban disimular el desastre y hacer de aquellas navidades unas navidades muy especiales, tan especiales como ellos.

Idearon recrear un Belén viviente en el colegio donde trabajaba Renata. Aquel Belén viviente no podía ser de otro modo tan especial, que todos los actores tenían una copia extra del cromosoma 21 o trisomía, conocido como el Síndrome de Down. Desde la Virgen María, San José, el niño Jesús, pastorcillos y reyes magos, todos pertenecían a esta gran familia del cromosoma 21. Aquel día milagroso pudieron vivir como en una burbuja en un mundo que les pertenecía.

Para padres de alumnos y el centro mismo, fue todo un acontecimiento y una gran idea e iniciativa. Para otros fue todo un escándalo. Algunos se echaban manos a la cabeza y pensaban: “ Por Dios Santo, el niño Jesús con el Síndrome de Down?!”

Aquel Belén viviente fue motivo de prensa. Pronto llegaron muchos corresponsales de prensa de todo el mundo a entrevistar a Renata.

Renata se sentía un tanto incómoda con la situación, pero respondía pausada y con sensatez a todas las preguntas.

Aquel día Renata lucía hermosa, lo que despertaba aún más la envidia de algunas.

Un grupo de religiosos fanáticos y otros envidiosos sin ninguna creencia en particular, se concentraron allí para protestar y mostrando pancartas de protesta y gritos de “HEREJES!”. Se pudo oír un grito de rechazo como “panda de subnormales!”.

Se desencadenó una batalla campal entre los fanáticos y envidiosos contra los que defendían la iniciativa del Belén viviente.

Fue Renata y Alfredo quienes trataron de poner paz, suplicando a la multitud que frenaran el conflicto y con megáfono en mano, Alfredo se dirigió a la multitud diciendo: “ Dios creo al hombre a su imagen y semejanza, y nosotros somos igualmente hijos de Dios”. Y prosiguió: “Estamos en fechas de la natividad, y a la Virgen no le hubiera importado que su hijo Jesús naciera con Síndrome de Down, una madre no distingue el amor entre cromosomas. Paz en el mundo y entre los hombres. Jesús les ama tanto a ustedes como a nosotros. Recordemos que hoy es noche de Paz!".

Las fuerzas del orden público pudieron disipar a la multitud, y aquel incidente pasó a la historia como poco a poco fue pasando la pandemia que azotaba al mundo.

En aquel día de navidad Sandra pregunta a su madre: “Mamá, por qué me parezco tanto a ti y a papá?

Porque eres nuestra hija y llevas nuestros genes en la sangre. Respondió Renata.

Cuál fue la sorpresa de Sandra cuando recibió su regalo de papá noél, que el muñeco no se pareciera a ella…

Mamá, por qué no se parece a mí si yo soy su mamá? Preguntó Sandra un tanto desconcertada. Renata no supo responder…pero días más tarde y con la popularidad que adquirió en los medios de comunicación, llegó a una fábrica de juguetes y expuso la idea de fabricar muñecos con Síndrome de Down.

Como capitán de un barco, el Jefe de la fábrica ordenó fabricar cuantos muñecos pudieran hacer a toda máquina. Con viento en popa todos los trabajadores se pusieran manos a la obra y a trabajar al destajo.

Para cuando llegaran los Reyes Magos, habían fabricado miles de millones de muñecos con Síndrome de Down, con características chinas, africanas, árabes y de todas las razas posibles. El nombre de aquellos muñecos llevaba el nombre comercial de SANDRA.

Aquel año de Reyes, se produjo el verdadero milagro. Todos los niños del mundo querían un muñeco y muñeca SANDRA.

Y no hubo mayor regalo ni mayor alegría para Sandra que recibir su muñeco que tanto se parecía a ella.

Otro milagro se produjo a condición de la magia de los Reyes, fue que los prejuicios entre juguetes sexistas desaparecieran del planeta.

Así llegaron Alfredo y Renata a ser felices de por vida, hasta verse arrugada su piel por los años y en cada pliegue una historia que contar al mundo.