sábado, 13 de noviembre de 2021

LA HISTORIA DE UN KAMIKAZE

La impresionante y emotiva historia del kamikaze Hajime Fuji.


Pero antes de comenzar a escribir esta impresionante y no menos emotiva historia, quisiera detenerme y hacer algunos apuntes.

Muchos occidentales que presumimos de sentir las artes marciales como una pasión, en realidad no deja de ser una sola parte de un sentimiento no del todo completo, es decir, esa pasión es según convenga. A veces queremos ser más japonéses que los propios japonéses, pero no deja de ser según convenga. Por ejemplo, hay una desinformación muy grande respecto al concepto del suicidio. En Japón tienen un concepto muy distinto al nuestro. Todos quieren ser como los samuráis, pero el más alto honor para un samurái era la muerte. Muchas veces el suicidio, el seppuku o el hara kiri. Pero pocos de nosotros entendemos esos principios. Ser samurái o simplemente sentir como un samurái, no es portar una Katana, tal vez una armadura con su Kabuto incluido. Tampoco recitar algunas frases de Bushido o el Hagakure. Pongamos como ejemplo esta historia y cuántos de nosotros seríamos capaces de vivir esta experiencia en la vida real...

LA HISTORIA DE UN KAMIKAZE

Si las historias de los kamikazes en la Segunda Guerra Mundial ya son de por sí impresionantes en muchas ocasiones, el caso del teniente Hajime Fuji es escalofriante. Y no sólo por el propio Fuji, que pensaba y actuó como otros tantos militares japoneses, sino por lo que hizo su esposa.

Fuji había nacido en 1915 y tras presentarse voluntario para el ejército japonés y combatir contra China, acabó como instructor de aviación militar en el año 1943. En aquel cargo, el propio Fuji enseñaba a sus alumnos los valores del soldado japonés y la posibilidad, llegado el momento, de estrellar su avión contra el enemigo. Convencido de sus propias palabras, acabó presentándose para una operación kamikaze, pero su solicitud fue denegada, entre otras razones, porque Fuji tenía esposa y dos hijas.

Su esposa, Fukuko, a pesar de no estar de acuerdo en un primer momento con su marido, viendo el deseo de este y sintiéndose un impedimento para el mismo, llevó a cabo un acto tan valiente como atroz. En diciembre de 1944, tras el rechazo a Fuji por parte de sus superiores, tomó a sus dos hijas, de tres y un año, y se arrojó a las aguas heladas del río Arakawa. Al día siguiente los tres cuerpos fueron encontrados, vestidos con sus mejores kimonos.

Fuji se hundió cuando se enteró de lo ocurrido, y según sus propias palabras, aquel dolor le superó. Fukuko le había dejado una carta de despedida:

"Ya que tu probablemente estarías preocupado por nosotras y no serías totalmente libre para llevar a cabo tus obligaciones por estar nosotras aquí, nos adelantamos a ti y te esperaremos. Por favor, combate sin reservada".

Fuji escribió a su vez una carta para su hija mayor, que tenía tres años cuando murió, y entre otras cosas le decía:

Es dolorosamente triste que junto con tu madre, te sacrificaras por tu padre, por su ferviente deseo de entregar la vida por su país.

Papá también tendrá posibilidad de seguiros pronto. Entonces te mantendré con alegría cerca de mí mientras duermes. Si Chieko (la hija menor de Fuji) llora, por favor, cuida bien de ella.
Papá hará un gran papel en el campo de batalla y os lo llevará como regalo.

Tras aquella tragedia, volvió a solicitar formar parte de la unidad especial de pilotos suicidas y esta vez fue aceptado, aunque sólo fuera para que la muerte de su mujer y sus hijas no fuera del todo inútil. Sus alumnos hicieron una colecta y le compraron una espada, con la partió hacia su nuevo destino en el ejército.

El 28 de mayo de 1945 Fuji llevó a cabo, por fin, su ataque suicida, como parte de un escuadrón de kamikazes.

Se estrellaron contra el Drexler, un destructor estadounidense.

(Carta que escribió Fuji a su hija mayor)


 

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 Nota: Este artículo no pretende hacer ningún tipo de apología política, sino simplemente aclarar algunos conceptos muchas veces confundidos...