jueves, 28 de abril de 2022

ARTES MARCIALES Y RELIGIONES


 Cuando algún Maestro de Artes Marciales se ha visto en la necesidad de defenderse, con frecuencia se oye decir: "para ser un Maestro de Artes Marciales, deberías saber controlar tu ira y tener autocontrol". Obviando que antes de ser Maestros de Artes Marciales, somos personas, es decir, humanos.
Todo humano entiende las peleas, están en nuestro ADN. 

Empezando por el suceso entre los dos hermanos Caín y Abel



El legendario combatiente japonés Miyamoto Musashi enseñó que los principios del Bushido, el camino del guerrero, se puede aplicar en cualquier contexto humano… incluyendo la religión.

Estas dos observaciones están presentes en la conciencia humana desde hace milenios: las artes marciales - o, al menos, el acto de pegarse a mano abierta - se pueden encontrar en documentos antiquísimos, como los textos fundacionales de muchas religiones. Precisamente quería hacer un pequeño repaso - no os preocupéis, será puramente académico: nada de teología aquí -  sobre lo que representa la lucha en las religiones del Libro: Judaísmo, Islam… y Cristianismo, y por supuesto en el Budismo.

Empezando por los oscuros orígenes de las artes marciales Shaolin, recordemos que éstos eran monjes de la religión budista.

Como el Busdismo es demasiado extenso, nombraremos a modo de ejemplo uno de los más sagrados dioses conocido como "Krishna". Se puede buscar la historia que enfrentó a Krishna contra Kamsa donde enzarzan en una pelea a muerte, que sería muy largo de explicar por aquí.



El combate ya se menciona en textos antiguos en el contexto de la lucha divina, donde la creación se lleva a cabo mientras los dioses combaten con monstruos: el cadáver de estos terribles seres es usado como material para la creación. Por decirlo de otro modo: como quien recicla una espina de pez para hacerse un peine, vamos (?).

Un ejemplo de ello son los mitos nórdicos sobre el dios Odín y sus hermanos, que tras derrotar al gigante Ymir utilizaron su cuerpo exánime para crear el mundo. En Mesopotamia, el poema babilónico Enuma Elish cuenta que los dioses acabaron con el terrible monstruo femenino Tiamat y luego lo dividieron en dos partes como si de un pescado se tratara: una mitad se convirtió en el cielo y la otra mitad en la tierra. Tal vez más cercano por ser más conocido fuera Thor y su martillo destructor.


En las religiones y en sus Libros Sagrados, la creación no se realiza por vía violenta, sino por la palabra. No obstante, el combate divino ya aparece en la tradición judía: el libro de Isaías (27:1) hace referencia al día en que "Yahvé usará su espada para matar al Leviatán". Según el mismo libro, Dios también habría tenido sus más y sus menos con el dragón marino Rahab, el gobernante del mar: este tipo de historias son comunes en la mitología semita. Una historia que nos recuerda la violencia, es el caso de Abraham, que es ordenado a matar a su propio hijo como ofrenda a Dios y el accede.

En el libro Historias del Antiguo Canaán, de Michel D. Coogan y Mark S. Smith, descubrimos que —¡qué casualidad!— el dios Baal también derrotó a Yam, el señor del mar. La diosa Astarté alabó su victoria en un verso similar al que encontramos en el Salmo 104:3:4:

¡Viva Baal el Conquistador!
¡Viva el jinete en las nubes!
El príncipe Mar es nuestro preso,
el juez Río es nuestro preso.

La Biblia hebrea presenta multitud elementos de combate divino, pero no se limita a eso. En sus páginas también cabe la forma más antigua de combate mano a mano: la lucha libre.

El libro del Génesis (32:24-30) cuenta cómo el patriarca hebreo Jacob peleó con un misterioso ser divino. Tras enviar a su familia al otro lado del río Jabbok, suponemos que a por tabaco, Jacob pasó la noche luchando con este misterioso ente. En la batalla, la cadera de Jacob se disloca, pero él termina venciendo y se las arregla para capturar a su oponente. Éste le ordena que le suelte; Jacob, que debe ser la mar de buen tío, acepta bajo la condición de recibir la bendición de su misterioso enemigo.

La historia se resuelve con un gran giro dramático, ya que resulta que el oponente en cuestión no solo bendice a Jacob (lo normal: te ahostias con alguien y luego le bendices), sino que además le da el nombre de Israel, 'el que lucha por Él': "[…] porque has luchado como príncipe con Dios y con hombres, y has prevalecido". Jacob luego bautiza el lugar de su encuentro con el nombre de Peniel -literalmente, 'el rostro de Él'-, porque "he visto a Dios cara a cara, y mi vida es preservada". Un tipo humilde, al parecer.

Muchos eruditos discuten si el misterioso luchador contra el que peleó Jacob era un ángel o un espíritu del río. Esther J. Hamori, en Cuando los Dioses eran Hombres, argumenta que el misterioso combatiente era ni más ni menos que Dios mismo —así, a palo seco—. La forma humana de la divinidad daría sentido a las referencias textuales de luchar con Dios y verlo "cara a cara".

Cuando la región de Judea pasó a formar parte del Imperio romano, para goce y disfrute de los fans de Monty Python, el choque cultural provocó preguntas ciertamente curiosas. Una de estas incógnitas era saber qué actividades grecorromanas podían considerarse 'kosher', es decir, permisibles para los judíos: y una de las propuestas de ocio más populares de la época resultaba ser ni más ni menos que el combate de gladiadores.

En 1 Corintios 9:26, Pablo hace una suerte de referencia al boxeo: "Por tanto yo corro, no con incertidumbre, y yo peleo, no con otro, sino que golpeo al aire". Como parte de una argumentación más extensa sobre la resurrección del cuerpo, Pablo también se refiere a los gladiadores que pelearon con animales en al arena; en 1 Corintios 15:32, el apóstol dice lo siguiente: "Si por motivos humanos luché contra fieras en Éfeso, ¿de qué me sirve? Si los muertos no resucitan, comamos y bebamos, que mañana moriremos".

En este fragmento, Pablo parece referirse a un suceso de su propia vida: tal vez un episodio de persecución en el cual fue obligado a pelear con un animal en la arena. Así que parece que Pablo estaba familiarizado con los deportes de combate grecorromanos, del boxeo a los combates de gladiadores… y quizás más incluso que con la equitación, visto que todo su famoseo empezó cuando se cayó de un caballo (perdón, tenía que hacer este chiste como fuera). No obstante, es de todos conocido que Pedro le cortó una oreja a uno de los romanos que querían prender a Jesús.

No olvidemos que incluso Jesús perdió su auto control en el templo:



El cristianismo ni el judaísmo o los dioses mitológicos, no son las únicas religiones que se refieren a las artes marciales o a los deportes de combate. Los textos islámicos también hacen referencia a la lucha.
El mismo profeta Mohamed lucho en constantes batallas.

Junto con el Corán, el Islam incluye en su tradición la Sunna, una colección de mitos y enseñanzas orales que conciernen a la vida del profeta Mahomed. Varias de estas tradiciones orales mencionan la lucha. En Riyad as-Salihin (Los Jardines de los Rectos), se cita al Profeta diciendo lo siguiente: "El hombre fuerte no es el que lucha, el hombre fuerte es el que se controla a sí mismo en un ataque de rabia".

Sin olvidarnos de la guerra santa, la Yihad.


En Kitab al-Libas (el Libro de las Ropas, un bonito título sin lugar a dudas), Ali ibn Rukanah dice que su padre "luchó con el Profeta (…) y el Profeta lo lanzó al suelo". Estos dos versos sugieren que Mahoma, además de encargarse de dirigir el cotarro, era un buen combatiente y utilizaba la lucha como una analogía de sus enseñanzas.

Este punto es bastante significativo. Según algunas traducciones, la Sura al-Ahzab dice que para todos los fieles "ha habido ciertamente un buen patrón para todo aquél que cree en Alá en su Mensajero". Ello implica que Mahoma es un ejemplo perfecto de lo que todo musulmán debería ser y por lo tanto convierte la lucha no solo en permisible, sino también en algo noble. No es de extrañar que Irán ganara seis medallas en deportes de lucha en los JJOO de Londres 2012 y que el torneo más prestigioso de 'submission wrestling' tenga su sede en Abu Dhabi.


Tenemos, pues, que tanto la Biblia como el Talmud y la Sunna mencionan los deportes de combate: está claro que el tema de pelearse es más antiguo que lo que pensamos. Si buscamos, además, podríamos sacar mil ejemplos más de los textos de India y Asia… pero eso ya es bastante conocido en las artes marciales, para tener que volver a repetirlo aquí.

Y si nos remontamos hacía la prehistoria, bien se sabe de los conflictos entre los primeros pobladores en la tierra.

Lo que viene a decir que, desde que el hombre es hombre, siempre ha entrado en conflicto, peleas y guerras.

Pero hay un dato histórico que me ha conmovido, y es el hecho conocido como "La tregua de Navidad". Donde el la primera guerra mundial se enfrentan soldados ingleses y alemanes en duras batallas, deciden tenar una tregua por navidad y celebrar ésta juntos, curioso que el hombre haya dado ejemplo a muchos dioses guerreros, y justo en una fecha de máxima importancia en la religión cristiana.


Finalizo recordando, que si ven algún Maestro de Artes Marciales en alguna pelea, nada que ver a veces con el auto control, a veces se trata de supervivencia o simplemente por defenderse. Si los dioses se pelean, ¿ cómo pretender que el ser humano no se pelee? - Lo que realmente hace falta, es encontrar la paz y no solo la paz interior, sino la PAZ en su totalidad entre los seres humanos. 

-Ricardo Mercado Sierra-

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 Nota: Este artículo no pretende hacer ningún tipo de apología política, sino simplemente aclarar algunos conceptos muchas veces confundidos...